29/8/09

Fshhhhh...


*

... temblando de frío… sintió la suavidad de los sonidos, de los colores y de las formas (im)perfectamente ordenadas sobre el tejado de su mirada. Imperfectamente perfecto. Fshhhhh... El ir y venir de la sirena luminosa del camión de la basura, se desnudaba entre los huecos de la persiana mal bajada. Y rompía con la oscuridad. Y a la vez la hacía más oscura que nunca. Y más profunda. Suave. Suave.

Bajo la manta, sentía como el peso de los viejos sueños le sumergían bajo el colchón; se iban haciendo forma, y sitio. Despacito, muy despacito. Como una madre besando a su hijo.

Le pesaban los años. Y la manta. Se había manifestado contra él mismo. Contra él mismo. Y el billete de vuelta para cancelar la batalla había caducado aquella misma tarde. Caducado. Tarde.

Aquella misma tarde, tarde, Ella, le entregó sus armas. Y de sus 7 pecados capitales, los de Ella, salieron 7 pecados más, los de Él. Y así, cada uno en su lugar y muy lejos de lo que anhelaban fuese su lugar, hicieron de sus ganas de vivir un botecito de plástico lleno de ladrillos Lego. Ahora saco de aquí y ahora pongo de allá. Fshhhhhh...

Y es que de su mayor virtud, él, Él logro hacer su mayor defecto. Porque sabía escuchar. Y ella, Ella sabía dibujar con trazos terriblemente perfectos silencios infinitos que se morían de ganas de hablar. Su mayor defecto. Su mayor virtud. Imperfectamente perfectos. Si tú hablas yo escucho y viceversa. Y viceversa. Y viceversa. Y viceversa… Fshhhhhhh…

Los dos. Los dos pies fríos y el alma hecho pedazos. Los dos con el mismo argumento de su amanecer en distintos amaneceres. O no tan distintos. Los dos. Los dos muriéndose de ganas de morir. Y de sobrevivir.

Fshhhhhhhhhh…


--BCÁ--



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